Wednesday, November 23, 2005

Del problema del Ser

Sí, ya entiendo que el ser o sujeto ontológico es algo demasiado meticuloso como para tratarlo con el mismo desparpajo que la mayoría de las cosas aquí expuestas. Pues bien, no hablaré de eso; bueno, al menos no de ese ser. No. Yo, más bien, me refiero al ser en cuanto a ser la diversión de ese otro "ser" al que llaman Dios, e. g.: la tarde de ayer.

Simplemente digamos que juntos, mi amiga y yo, tuvimos que ultimar los detalles para la operación "where the fuck is my sister". Semanas de preparación se pudieron ir por el toilet porque a Dios se le antojó joder con nosotros un rato (no lo justifico, pero el estar tan olvidado en estos días le hace creer que puede disipar su hastío tirando a los dados con nuestro Hado, so fuck off!): acordamos vernos a las cuatro en punto en casa de mi amiga, ¡bueno, más bien en la casa donde no la quieren!. Llegué puntual, lo cual ya pintaba mal puesto que nunca he llegado temprano en mi vida a ninguna parte (esa vesania inglesa que corre por mis venas). Me condujo a su habitación; retrasamos un tanto la salida puesto que ella afirmaba que su padre siempre regresaba, inexorablemente, hasta después de las ocho de la noche. Hicimos comentarios sobre dibujos y bocetos colocados en las paredes con unos pins, fotos de sus familiares y un unicornio, ustedes disculparán mi ignorancia en anatomía animal, con patas en las costillas. En fin, cuando nos dispusimos a sacar el objeto o sucedáneo de desgracias anticipadas, por poco se nos revienta el peritoneo, truenan nuestras vértebras y se nos colapsa un pulmón a causa del inconmensurable peso del desdichado artilugio (entiéndase maleta con rueditas). El siguiente problema que se nos planteó fue tomar un derrotero que nos condujera de manera sencilla y rápida al lugar donde resguardaríamos la maleta para que nadie sospechase lo que todo mundo ya sospechaba: que vamos a ver a la hermana de mi amiga. Teníamos que obtar por el camino que lleva a la tienda de la esquina donde labora la chismosa del pueblo o el lado contrario que conduce a los chismosos del pueblo (¡qué dilema!). En fin, decidimos ir hacia la densidad plural del chisme y resignarnos a que hablaran de nosotros aunque fueran sólo cosas buenas.
Todo resultó bien hasta dejar la maleta en casa de la amiga de la amiga de una amiga de mi amiga (o sea que igual y nos la robaban, pero ya que íbamos a hacer). De Regreso sucedió lo que tenía que suceder según la Ley de Murphy, y el octogenario padre de mi amiga emergió de entre las tinieblas cual estantigua maraquera. Mi reacción fue de sorpresa pero la de mi amiga rompió todos los esquemas prestablecidos para la histeria...

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